AIRES DE REBELIÓN
AIRES DE REBELIÓN
J. C. M.
Para fin de mandar en México, hemos vivido una simulación singular.
Todos sabemos desde chiquitos, que vivimos en una República, en un acuerdo de voluntades entre los representantes de las que fueron las provincias en los que se dividió la República Mexicana. Éstas tomaron la decisión, desde el siglo XIX, de transformarse en Estados y declararse libres, autónomos y soberanos.
Cada uno de ellos organizó su propia Constitución. Luego, después de una convocatoria del Congreso Constituyente mexicano, se suscribe la primera Constitución Federal en 1824.
El Pacto Federal es un acuerdo de igualdad; la soberanía entre los estados reconoce un Gobierno General, que nos representa y ése se llama "Gobierno Federal de la República".
En la ley reglamentaria del Artículo 40, nos dice qué es competencia de la Federación y qué no.
A partir del Artículo 49 Constitucional, se reconocen tres órdenes de Gobierno: el Federal, el Estatal y el Municipal.
En cuanto a las facultades que tienen los Estados, los Artículos 117 y 118, establecen ciertas restricciones para que las entidades no realicen ciertas acciones que están reservadas a la Federación.
Pero, la tentación del "Centralismo" ha sido una constante desde entonces y muchos presidentes han tratado de acotar la soberanía de los Estados.
El más reciente intento que hizo sacar "chispas" a algunos gobernadores, fue el de gobernar a través de "Super Delegados Federales" para aplicar los programas sociales en las entidades federativas y secuestrar algunas facultades que históricamente correspondían al gobierno de los Estados.
Esto hizo que, en ese entonces el Gobernador electo Enrique Alfaro, declarara contundentemente: "¡Aquí en Jalisco no vamos a permitir que se vulnere nuestra soberanía ni mucho menos que se traicione el Pacto Federal"!
¿Se acuerdan del "Affaire" Lomelí?
Así las cosas, desde el inicio de su gobierno, el presidente AMLO trató de meter mano en los Estados, a través de sus Super Delegados, sin tener en cuenta a los Gobernadores.
La queja de los Estados en oposición (Jalisco, Coahuila, Tamaulipas, Michoacán y Chihuahua), amagan a la Federación de separase del Pacto, suscrito en 1824, que sostiene que: "Es soberano el Estado o entidad federativa que le dio origen al Gobierno Federal", y que, históricamente, se ha abusado de lo previsto en el Artículo 73 Constitucional.
El Federalismo Fiscal rompe lo que se había acordado porque quienes generan el gasto público son los municipios hacia las entidades federativas, y las entidades federativas hacia el Gobierno Federal.
Durante el gobierno de José López Portillo se acordó integrar un "gasto público federal" que se repartiría a las entidades federativas y los municipios, y que quedaría así: 80% de lo recaudado sería para integrar el gasto público federal y el 20% restante, se repartiría a las entidades federativas y a los municipios.
Esto exacerbó los ánimos de los Gobernadores, quienes desde entonces luchan por un mejor reparto del presupuesto. Los Gobiernos Estatales se quejan además que se les haya excluido de los planes de Seguridad, que son competencia del gobierno de los Estados y ahora se tienen que replegar a las intervenciones de la Guardia Nacional. Si a esto le suman que los municipios sólo tienen ingresos por el impuesto predial, resulta que hay municipios pobres y la Federación nada en la abundancia.
Ante esta inequidad y la resistencia para enviar recursos para enfrentar la pandemia del COVID-19, los Gobernadores quieren que se "revise" el Pacto Fiscal. Pero el Presidente AMLO, no escucha y "hace lo que quiere". Nadie lo saca de su obsesión por sus proyectos.
Prefiere seguir con "Dos Bocas", el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía, que asignar recursos para combatir la pandemia y llegar a un "Acuerdo Nacional" para enfrentar las consecuencias económicas.
Ante este panorama, el Presidente AMLO se está quedando solo; el Gabinete está mudo, sus ex colaboradores lo ventanean, y el Congreso y el Senado, le dan la contra.
A todo esto, súmele la violencia galopante que ha creado la inseguridad en plena pandemia, sus nexos con el crimen organizado, su rechazo para apoyo de los empresarios, los errores de Gatell, la situación en Tijuana, como centro de la pandemia, el tratar de acallar los gritos de auxilio de los hospitales, etc., ha agotado todo su capital político.
Los gobiernos más febriles quieren abandonar la Federación para crear una República independiente, que sería el fin del México que conocemos.
Por otro lado, ya se le acabó el dinero en dádivas a sus fanáticos y sólo quedan las Afores y el Capital del INFONAVIT, a los que ya han propuesto meterle mano.
Además de su amago de renunciar el 1 de diciembre, toma tintes de verdad: "Si me voy el 1° de diciembre, me voy satisfecho".
Ya empiezan a acomodar el tablero para esta realidad y el Canciller empieza a tomar la batuta. Ebrard ya hace funciones de Secretario de Gobernación; le están dejando el palco para relevar al presidente después de hacer su tiradero.
Se requiere un presidente con sensibilidad, que escuche, que sepa negociar ante la debacle que se avecina. ¿Será Marcelo Ebrard esta persona?
Así, ante estos aires de rebelión por parte de los Estados, se requiere un cambio de timón, que atienda la compleja realidad de los mexicanos.
¿Seguirán acatando la Agenda del Foro de Sao Paulo o los vientos patriotas de los Nacionalistas influirán en la toma de decisiones políticas?
La Pandemia no ha acabado y ya se siente la brisa leve que barrerá los designios de la Izquierda Radical sin esperar el huracán desbocado que "balcanizaría" la unidad política y territorial de la patria.
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