
EL BUEN GOBIERNO

EL BUEN GOBIERNO
La democracia concebida en la antigua Grecia fue el modelo que adoptó la Civilización Cristiana Occidental ante la debacle de las monarquías. Esta democracia se consideró como la forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía y llegar al bien común.
Los gobernantes surgidos del ejercicio democrático materializan el diálogo entre gobernantes y ciudadanos.
En los países democráticos, el gran problema surge cuando los gobernantes, para satisfacer sus ansias de poder egoístas, abandonan el "buen gobierno" para abusar descaradamente de sus electores y corromper el acta constitucional y enriquecerse desmesuradamente a costillas del erario público.
El robo y la desviación de fondos son la tentación a la que se enfrentan los gobernantes. Esta corrupción del poder se disfraza con uno y mil argumentos a favor del pueblo, por el pueblo … ¡y termina contra el pueblo!
La falta de principios morales y éticos son la causa profunda del abuso del poder … Exclamaban en tiempos revolucionarios, "Libertad, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!".
Así es, el origen y el fondo de esta enfermedad social se llama: dinero. Si le rascas a todos los abusos del poder encontrarás, en el fondo, al dinero que todo lo pervierte.
Las grandes miras, los discursos políticos, hasta sus promesas de campaña, sólo encienden la esperanza en el pueblo … y luego, las olvidan.
El modelo que se ejerció durante la Edad Media en Europa consistía en un programa de gobierno basado en los Mandamientos de la Ley de Dios (el Decálogo), inspirado por el Sermón de la Montaña. Este tipo de gobierno, configurado por la Ley divina, rigió durante muchos años, y fue la guía de las monarquías europeas.
El buen gobierno fundamentado en el temor de Dios logró tan buenos resultados, que mantuvo la paz casi durante 1000 años. Pero, durante el Renacimiento y los enemigos de Dios se confabularon para ir cambiando ese teocentrismo en una revolución, que se manifestó como una rebelión contra la Iglesia, que era la depositaria de la fe y que inspiraba a él bien común.
¡Era tan fuerte el sistema que duraría siglos para despojar al poder de la influencia del Evangelio!
En la actualidad los arcontes sexenales sólo son un manojo de odios y de ambiciones en el poder para robar dinero. La retórica falsa es el lenguaje del sofista que engaña al pueblo al que dice representar, y cada seis años nos damos de topes porque lo que creíamos bueno, resultó pésimo.
A la democracia le han sacado el corazón … los políticos no aman al pueblo, sólo el poder y el dinero.
¡El alma del buen gobierno era la moral católica, rebosante de caridad!
Ahora vivimos en una democracia fake, que sólo contempla formas pero, en el fondo, nos va orillando al totalitarismo ateo.
El "contrato social" ha sustituido al Decálogo, y el marxismo, al plan de los gobiernos que cada vez más se acercan al caos.
Volvamos a inspiraciones en la caridad fraterna, que imprimía las bienaventuranzas de la montaña, y apostamos por el bien común, que exige nuestra fe.
¡Nos encantaría escucharte!
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