¡INTEGRIDAD EN LA VEJEZ!

¡INTEGRIDAD EN LA VEJEZ!

El fin de la tercera edad, para los que lograron llegar al otro polo de la vida es, sin duda, una realidad que no se concibe en la juventud. De joven, nadie piensa en llegar a viejo. La ancianidad es una cosa tan lejana que ni siquiera se piensa, pero si preguntas a un viejo cómo es que ha llegado tan lejos, quizá te diga sus razones de su estilo de vida. Pero todos coinciden en que la vida se pasó volando, que fue un chasquido de dedos o, como dice el poeta Gustavo Adolfo Bécquer en su poema LXIX del libro de "Rimas y Leyendas": Al brillar un relámpago, nacemos, y aún dura su fulgor cuando morimos. ¡Tan corto es el vivir!... Así se considera una larga vida.

Cien años no bastan; los grandes proyectos se conciben hasta la tercera edad. La fiebre de la juventud nos hace inconstantes y siempre se pasa la hoja… "¡para mañana!" … Y resulta que cuando menos tiempo nos queda, vienen los grandes proyectos. Así es la vida… Los cementerios son sepulcros de grandes ideas que no se llevaron a cabo… por falta de tiempo. Los genios y superdotados son adultos desde pequeños y tienen la comprensión del tiempo.

El renegar contra el tiempo no nos lleva a realizar los proyectos; mejor ordenemos lo ya hecho y conformémonos con lo logrado. Hay que enfrentar el final con dignidad y sin sombra de remordimientos, ¿ya para qué?... Lo mucho o lo poco que poseemos hay que repartirlo en vida y no dejar un motivo de discordia. Al único que le debes dar cuenta de tus talentos es a Dios, y si éstos te favorecen ¿cuál es el problema?

Repudia la codicia y no te aferres a los valores terrenales… éstos son polvo. Mejor enfrenta la muerte con dignidad, con valor, hombría y Esperanza cristiana… En poco tiempo vas a ver a Dios, al Padre que te engendró; eres su hijo, ¿qué puedes temer?... Todos cometemos errores pero quien se arrepiente de sus faltas y confía en el Señor, sabe que Él lo perdonará todo pues tiene "vara alta" con su Padre.

Así que, tranquilo; la vida se acaba y entonces empieza la verdadera vida y el espíritu, que es el alma, no muere, y al tiempo se unirá a su materia, a su cuerpo, que será glorioso al recibir el premio eterno.

No somos poca cosa… somos un pensamiento de Dios, único e irrepetible, de una dignidad casi divina por su Gracia. Trata de conservar el alma intacta, sin sombra de pecado pues repugna a Dios. Recuerda que en la vejez se viene un aluvión de tentaciones que hay que rechazar. Lo que ignoramos en la juventud, lo apreciamos como bienes en la madurez extrema.

Mejor sonríe y corta los hilos de los anhelos ya que recibirás el premio merecido más grande conocido… que es la auténtica vida.


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