DIVISIÓN SOCIAL: MÁXIMA COMUNISTA

03.10.2025

En el artículo anterior mencionamos algunos de los principios que les sirven de guía a los políticos de izquierda. En términos generales, siguen la misma fórmula para hacerse del poder y para gobernar. Analizamos qué entienden por "condiciones objetivas" y cómo mantenerse en el poder, pese a sus fracasos, que son generalizados. No hay un solo país que, los comunistas hayan sacado de la pobreza. Ciertamente China es la excepción, pero es un caso muy especial donde la doctrina económica comunista no se aplica; es una economía capitalista de Estado.

En todas las sociedades y en todos los tiempos ha habido pobres y ricos, gente que trabaja y la que no, inteligentes y los no tan inteligentes, disciplinados e indisciplinados la igualdad es una quimera. Claro que un Estado debe buscar la igualdad de oportunidades para todos, (campesinos, obreros, profesionistas, empresarios) y, sobre todo, velar por la población más vulnerable para que salga de la situación en que se encuentra y deje de ser una carga para el erario público.

Claro que los seguidores de la doctrina marxista lo saben, pero para ellos es una oportunidad política para promover la "lucha de clases". No buscan acabar con ese mal de la sociedad, buscan dividirla entre pobres y ricos, y sacar raja política. Romantizan la pobreza "vivir con un par de zapatos, dice AMLO, es heroísmo; prepararse y ambicionar darle un nivel de vida mejor a nuestra familia es ser burgués, es ser Fifí, es una mentalidad enemiga del pueblo bueno y sabio". Es muy oportuno recordar la antigua URSS y la China de Mao, responsables de millones de muertes para acabar con la clase pensante, los patriotas, religiosos, opositores políticos etc.

El Señor de cabeza de bachicha de cigarro, desde el inicio de su gobierno, comenzó a predicar la división entre nosotros los mexicanos, mañanera tras mañanera era una parte de su evangelio ideológico. "Todos los ricos son malos", pero de las mismas mañaneras iba santificando a los poderosos que se sometían a sus caprichos. Rico malo el que no se somete; rico bueno el que le hace reverencia, lo mismo con los intelectuales y periodistas. Mantener ese enfrentamiento y división del pueblo, lo saben hacer a la perfección, les trae buenos dividendos políticos, la experiencia de otros gobiernos comunistas y el Foro de Sao Paulo lo recomienda.

Si la lucha de clases no resulta y no prende en la sociedad, echan mano de las diferencias que puede haber en la sociedad dependiendo del país en particular donde estén trabajando para "liberar al pueblo". Por ejemplo: blancos contra negros, sureños contra norteños, mujeres contra hombres, ecologistas contra los no ecologistas etc. Lo importante es dividir a la sociedad, enfrentarla y siempre escoger al bando más débil para enmascarar sus verdaderas intenciones, haciéndose pasar por luchadores de las causas de los desfavorecidos: los desamparados, los sintecho, de los que a nada le pueden llamar "mío".

Por desgracia para nuestros pueblos de América Latina, la pobreza de las mayorías ha sido una constante, la democracia no termina por arraigarse, la clase política con las mismas ambiciones: primero las personales, de grupo, de partido y por ultimo, las necesidades de la nación. El descontento de algunos pueblos con sus gobernantes es más que justificado, por ineficacia de sus respectivos gobiernos y no ver una solución tangible a sus necesidades. Y lo ya dicho llegan los comunistas: y encabezan ese descontento ¡y al poder!

Ya en el poder la corrupción se institucionaliza y adquiere dimensiones catastróficas para el país y el pueblo: la nomenclatura se convierte en mafia, gozan de impunidad, tienen el derecho de enriquecerse con el patrimonio de la nación y cuidan que nadie, ni por nada, les quite el poder político, que es su modus vivendi. Crean sus propios héroes y los presentan como prototipo de su lucha.

Ahí esta Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, ya consagrados y la camada que viene, Miguel Canel, Nicolás Maduro, la viejita Rosario Murillo, Gustavo Petro y Andrés Manuel López O.