LOS MISTERIOS DE LA MUERTE
En memoria de los difuntos, propios y ajenos, jóvenes y viejos ... Estuve tomando café esta mañana; otra vez con "mi viejo amigo" ... El siempre le pone sustituto lácteo al suyo, pero yo "como soy muy macho lo tomo negro como el diablo, caliente como el infierno y puro como un ángel" (esta cita la tomé de una pared de reconocido café).
El asunto es que en nuestro ritual matutino de toma de café ... lo más abundante es la plática, que sin orden, ni temario, salta el asunto y lo tomamos al vuelo y es como desenrollar un ovillo y sólo jalamos del hilo.
Hoy jalamos del hilo negro de nuestras historias y recordemos con mucho afecto y nostálgica memoria a nuestros muertos. Familiares, amigos, compañeros y conocidos salieron a relucir del ataúd de la memoria. Cada uno fue sacando los suyos ... algunos con 50 años de haber fallecido, eran los amigos de la juventud, compañeros de estudios, cómplices de vagancias y compañeros de serenatas. Dentro de todos estos recuerdos, nos preguntamos, ¿por qué ellos y no nosotros, que seguimos vivitos?
La gran pregunta ... ¿por qué tan jóvenes fallecieron sin llevar una larga historia a la misteriosa eternidad? ... la respuesta de mi viejo amigo fue: alguna vez leí en algún sermón olvidado de Réquiem, que algunos se los lleva el Padre amoroso porque se pueden perder a lo largo de los años y los llama como un acto de benevolencia por no tener los arreos para enfrentarse al pecado ... Otros partieron, para que reflexionen los demás, como una fúnebre enseñanza de la vida.
Y comentamos que, nosotros pecadores, no esta dando chanza de arrepentirnos a lo largo de muchos años ... todo un misterio de amor del Padre Celestial.
Por ejemplo, a mi madre le diagnosticaron a los 59 años una terrible enfermedad y su pronóstico de vida fue entonces de máximo meses. Pero ella se aferró a la vida y no había terapía o cirugía a la que no se sometiera voluntariamente para alargar su vida ... alguna vez le pregunte ... ¿cómo puedes soportar el dolor y sus terribles tratamientos? ... y me contestó: me falta casar a tus dos hermanas ... entonces yo habré cumplido y no me resistiré a la voluntad de Dios.
Y así fue, mi madre murió después de enterrar a mi padre y un año después de haber casado a la última soltera de mis hermanas. Esta fue su motivación y su calvario que duró diez años. Sin embargo, cuando éramos jóvenes no mediamos el peligro, enfrentábamos la vida con una serie de valor inconsciente, que me considero hoy ... ¡un sobreviviente!, que ha estado en el filo de la muerte, al menos diez veces ... y aquí estamos superando, accidentes, enfermedades, infartos y adicciones ... pero seguimos agradeciendo a diario el haber amanecido.
Mi viejo amigo tomó un sorbo de café y una lágrima rodó por sus surcadas mejillas, recordando quizá a algún ser querido ... no pregunté, porque hay que saber callar ante el dolor y el misterio.
Toda esta charla obedecía a un instinto del mes de noviembre, dedicado a los difuntos ... ¡otro café!