"ORA ET LABORA"
"ORA ET LABORA"
EL NIDO DE "EL COMEGÉN"
POR dosBWRadio
-¡Muy buenos días! Sean bienvenidos, queridos radioescuchas, a este su Programa "El Nido del Comegén" por dosBWRadio, en el 1.618 de su cuadrante, para concluir con la entrevista del Comegén a un ilustre forjador de la Civilización Cristiana Occidental, y desentrañar su contribución al cambio geopolítico en el siglo XII, que cambió para siempre el mapa espiritual de Europa y del mundo... Los dejo con mi hermosa compañera, Andrómeda.
-Gracias, gracias, Arquímedes, por tu apertura a este Programa de entrevistas, y como tú bien dices, concluir con una mística aventura de investigación geopolítica que dio un nuevo rostro al medioevo, allá por el siglo XII. El vino de honor acordado es el ya famoso Borgoña que presentó el Maestro "El Comegén" al principio de esta aventura escatológica, llevada a cabo por el titular de este Programa, y que nos ha regalado unas breves pinceladas de la importancia histórica del personaje más influyente de la época referida... Dicho esto y sin más preámbulo, que pase nuestro invitado de honor, "El Comegén" (aplausos, aplausos)...
-Gracias, querida Andrómeda. Presto estoy para continuar con la entrevista que le hice a San Bernardo de Claraval, en un insólito escenario y circunstancias desde la Abadía de Claraval, en Francia... A tus órdenes...
-Decías, Comegén, al final de la segunda parte, que el modelo de vida espiritual de los Monjes Cistercenses, es la Bendita y Siempre Bienaventurada Virgen María... ¿Es así?
-Afirmativo, Andrómeda. Continúo... ¿Es el Amor la única manera de superar la repugnancia que experimentamos por nosotros mismos?
Bernardo, que al escuchar el tema del Amor que parecía se arrebataba en éxtasis, me respondió:
-El Monasterio tiene la función de favorecer la vida interior de los Monjes; está codificado en la "Ecclesiástica oficio", en la que sumamos esfuerzos Saint-Thierry y un servidor, para abandonar el mundo, dándonos la posibilidad de unión en el Amor con el Creador y la preocupación del amor fraterno... Silencio, obediencia y frugalidad, donde la comunicación entre nosotros es no verbal, sino a través de signos, y que todos tengamos en el Monasterio el mismo modo de vida, el mismo modo de canto y los mismos libros, guiados por el "Horarium", desde el amanecer hasta la puesta del sol, regido por la "Lectio Divina", que es una verdadera ascesis, cantando los himnos de San Ambrosio contenidos en los "Cantos Carolingios" de la Reforma de Esteban Harding de 1134. Esta forma de vida incluye a todos los Monjes, Conversos, inválidos y familiares (estos últimos contribuyeron en la formación de pueblos y ciudades alrededor de nuestros Monasterios.
-¿Cuántos Monasterios fundaste, Bernardo?
-Bueno, Comegén, de cuando ingresé hasta el regreso a la Casa del Padre, fueron 343 de los cuales 265 pertenecían a la filiación de Claraval, y 68 los fundé yo mismo.
-¿Esta enorme influencia religiosa y política se debe a que trascendiste ampliamente la Orden?
-El Císter, Comegén, fue una concepción de la vida monástica medioeval, totalmente distinta a Cluny. La Regla cistercense era, en la práctica, una crítica de Cluny, que viene en mi "Apología a Guillermo" ... La Iglesia, Comegén, relumbra por todas partes, pero los pobres tienen hambre. Los muros de la Iglesia están cubiertos de oro, pero los hijos de la Iglesia siguen desnudos...
-¿Es por eso la desnudez de los Monasterios Cistercenses, Bernardo?
-Sí, fue intencional para ser un ejemplo... Los Monasterios son fuertes y han resistido casi un milenio, pero están desprovistos de todo adorno. Esto, Comegén, es la desnudez de Cristo (Ahora, ustedes le llaman "estilo minimalista de la Bauhouse.
-Pero, Bernardo, ¿Cómo conciliaste el éxito económico de los Monasterios con el progreso de la técnica del trabajo manual?...
-Con la lectura de las Cosas Divinas, la insistencia de la pobreza y el rechazo de la fortuna colectiva. Por ejemplo, las ganancias por la elaboración de cerveza se reinvertían en obras de caridad... "El trabajo manual mantiene el corazón libre... orante en todo momento", Comegén.
-¿Y cómo mantuviste el equilibrio, Bernardo?
-Con siete oficios (Coro) al día, y por la noche... "Que esté lleno de gravedad, ni lascivo ni rudo; dulce, sin ser ligero, que encante al oído, que emocione al corazón, que consuele la tristeza, que calme la ira, que no vacíe el texto de su sentido, sino que lo fecunde".
-¿Y los manuscritos, Bernardo?
- ... Todo mundo sabe que los Monasterios conservamos el conocimiento del pasado hasta el presente... ¡Aah, los manuscritos!... Ésa era la tarea principal de las Abadías; usábamos una caligrafía redonda, regular y muy legible, y con grandes iniciales. ¿Sabías, Comegén, que el Monasterio de Claraval, en el siglo XVI contenía 18,000 volúmenes a mano y 15,000 impresos?
-¿Y tú cómo lo sabes, Bernardo?
-Ya te he explicado que donde yo estoy tengo acceso a todos los siglos...
-¡Aah! ¿Y tu mayor dolor de cabeza, Bernardo?
-En realidad fueron dos. Uno fue el lamentable caso del antiPapa Pietro Pierleoni, del que algún día hablaremos, y el otro fue el de algunos escolásticos de la época. Nuestra Teología se contraponía a ellos pues abusaban de la Filosofía... En especial, mi mayor dolor de cabeza fue Pedro Abelardo, un filósofo, teólogo, poeta y Monje, que sostenía que la fe religiosa debía ser limitada a principios racionales y que había que someter las verdades de la fe al examen crítico de la razón. Esto, Comegén, es el verdadero peligro del Cristianismo hasta la fecha. El Intelectualismo somete la Verdad a tela de juicio; a la "verdad", en tu tiempo, Comegén, la conocen como "Relativismo" ...
-Oye, Bernardo ¿te refieres a Pedro Abelardo de Eloísa?...
-Sí, Comegén, Eloísa era una mujer de letras que se amancebó con Abelardo y que hicieron una figura literaria muy conocida en el Renacimiento, pero después de tantas disputas teológicas y anatemas, terminó sometiéndose y finalmente quedamos como amigos... ¡Vaya que sudé!... Pero su audacia la llevaba hasta la falta de escrúpulos, fruto del orgullo de la inteligencia humana, que pretende "capturar" el Misterio de Dios... Es el ingenio humano que se apodera de todo sin dejar nada a la Fe; afrenta lo que está por encima de él, escruta lo que le es superior, impone en el mundo de Dios y altera los Misterios de la Fe, más que iluminarlos. Lo que está cerrado y sellado no lo abre, sino que lo erradica y lo que parece fuera de su alcance lo considera inexistente, y se niega a creer en ello.
-Eso, Bernardo, ¡está describiendo la situación de mi época!...
-Eso, Comegén, fue por el abuso de la Filosofía, desembocando en un Relativismo Ético.
-Bernardo, ¿Y tu mayor satisfacción?
-Haber llevado muchas almas a Cristo, al grado de temerme las mujeres casaderas, ya que iba exponiendo las excelencias y ventajas de la vida monástica y venían en numerosos grupos para instruirles, me llamaban "el cazador de almas y vocaciones".
-Con el mayor respeto, Bernardo, ¿Es verdad que hiciste hablar a un mudo?
-Era necesario, Comegén, el pobre hombre siendo mudo no podía confesarse. Por tal motivo, se confesó de muchos pecados que tenía sin perdonar.
-Oye, Bernardo ¿Y San Malaquías?
-Bueno, escribí su vida y murió en mis brazos camino a Roma. Era un hombre iluminado que conocía asuntos del futuro.
-¿Y los Templarios, Bernardo?
-Bueno, Comegén, recibieron el reconocimiento del Papa Honorio II, así que también recibieron el mío. Uno de mis tíos fue uno de los nueve Caballeros fundadores, y a la postre, Gran Maestre de la Orden, André de Montbord. En el Concilio de Troyes me pidieron que redactase su Regla y fue aprobada. La Regla del Temple fue, pues, una Regla Cistercense. Ésta no es la Regla actual pues ésta se debe a la redacción de Esteban de Chartres, denominada Regla Latina. Escribí en 1130 el "Elogio de la nueva Milicia Templaria", equiparándolos a una milicia divina... ¡Qué más hermoso que ser un Caballero y Monje para mayor Gloria de Dios! ¿No lo crees, Comegén?
-Bernardo... ¡sin duda que fuiste el personaje más importante en la Europa del siglo XII! ¿Cuál fue el papel político más importante en tu vida?
-Predicar la nueva Guerra Santa durante la Segunda Cruzada, y las indulgencias que de ella se derivaban.
-¿Guerra Santa, Bernardo?
-Sí, Comegén. Siempre consideré que la Iglesia Católica podía llamar a las armas a las naciones cristianas para salvaguardar el Orden establecido por Dios, y juzgué necesario que los ejércitos defendieran su reino. El Papa me ordenó predicar la Cruzada, por lo tanto era una misión divina: "¡Me lo ordenasteis y obedecí!". La autoridad del que me mandaba hizo fecunda mi obediencia: "Abrí los labios, hablé y se multiplicaron los Cruzados, de suerte que quedaron vacías las ciudades y castillos, y difícilmente se encontraría un hombre por cada siete mujeres".
-Comegén, ¿te encuentras bien?...
-Sí, Andrómeda, sólo recordaba la intensa luz en los ojos de Bernardo... ¡y ya me dio sed!
-Perdón, Comegén, estabas tan metido en tus recuerdos que no me atreví a interrumpirte... ¡Arquímedes! Solícito y veloz, Arquímedes acudió al momento con dos copas de Borgoña. El Comegén apuró su copa y sus mejillas volvieron a su color y calor. Andrómeda sólo rozó con sus labios la copa del Borgoña para aspirar el bouquet del vino que exhalaba aromas de los frutos rojos de los bosques de Borgoña.
-Comegén, ¿de qué más hablaste con Bernardo?
-Hablamos por días, o no sé si fue un solo momento. Junto a Bernardo el tiempo no tiene tiempo. Hablamos de muchas cosas que sólo atañen a mi persona; perdona que los guarde para mí ya que implican recomendaciones muy personales... Pero ¡cómo añoro esta bendita entrevista! Al final sólo se diluyó frente a mí llevándose su sonrisa y miré luego a mi alrededor... la luz del sol iluminó todo el recinto de nuevo. Parece que no había pasado el tiempo, Andrómeda, pero aún así, habían pasado cinco días.
-¡Qué extraordinaria experiencia la que has vivido, Comegén!
-Sí, pero recuerdo hasta las arrugas de su hábito y el aliento de su hálito... ¡Toda una experiencia! ...
En ese momento le avisan por el chícharo a Andrómeda que el tiempo del Programa había terminado...
-Queridos radioescuchas, es así que hemos llegado al final de esta entrevista en la que con vívidos colores nos presentó El Comegén una pincelada del pensamiento del medioevo en el que Bernardo de Claraval, fue el personaje más importante de su tiempo, el hombre que forjó a Europa y dio a la Civilización Cristiana Occidental una forma de ser, de creer, de sentir y de luchar, fincada en el amor a Dios y a los hombres, sus hermanos. Me despido de ustedes dando gracias al Comegén por esta extraordinaria entrevista...
-¡Gracias!
-Gracias a ti, Comegén, y gracias a todo el equipo del Nido del Comegén, que hicieron posible esta transmisión. ¡Chao!
"NON NOBIS DOMINE,
NON NOBIS,
SED NOMINI TUO DA GLORIAM".
("No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a Tu Nombre da la Gloria").
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