UNIDAD

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Por J. C. M.

Desde diciembre de 2018, en que tomó posesión como Presidente de la República el Lic. Andrés Manuel López Obrador, el fuego de las diferencias ha sido atizado entre los diferentes capas sociales de México.

Por un lado, la Iniciativa Privada (IP), que está integrada en diferentes organismos nacionales, engloba a las empresas e industrias más sensibles de la patria. Le siguen la clase media, conformada por obreros de excelencia, trabajadores, profesionistas independientes y, sobre todo, los comerciantes informales y empleados del sector público y privado, dedicado a la administración de la IP.

Hay un rubro especial que le denominamos la "industria sin chimeneas", y no son otra cosa que los hoteleros, restauranteros y prestadores de servicios, que atienden al sector turístico, una actividad en auge desde hace muchos años, que aprovecha la enorme riqueza de nuestros litorales y el acervo cultural con sus tradiciones y costumbres, encuadrados en los Pueblos Mágicos.

En este ámbito, todas las capas sociales intervienen para satisfacer los servicios adecuados.

Las grandes capitales fluyen en todo el territorio y ahora han hecho una nueva clase de inversores: los políticos enriquecidos en el poder y la fuerza económica del crimen organizado para blanquear sus capitales.

Todo esto ha traído consigo un desequilibrio emocional de la sociedad que ve cómo el futuro de la mayoría se escapa de las manos, mientras que los grupos criminales y políticos hacen alianza para repartirse la nación. Los otros inversores, los tradicionales, los golondrinos, sólo aparecen cuando hay condiciones de confianza y las calificadoras les dan el visto bueno.

El problema que se plantea es que desde el poder se descalifica, ofende y amenaza a todos los sectores que no están ligados a la "transformación", que contempla su base electoral en los menos favorecidos de la fortuna, gente buena que no ha tenido verdaderas oportunidades. Por otro lado, hay algunos ignorantes, resentidos, envidiosos y holgazanes, que son la fuerza, el músculo del régimen, aplaudido por una "élite ilustrada de rabiosos intelectuales" que pasaron de la configuración de la patria en el café, a la praxis en la transformación. Toda esta base y la élite fue conformada por sexenios de indolencia educativa, dejando en manos de la barbarie socialista, la educación del pueblo menos favorecido.

La fuerza, la iniciativa y la creatividad quedó en el sector de la IP y las PYMES, que son el verdadero motor productivo de México.

Así las cosas, desde finales de 2018, al ponerse en marcha la 4ª. Transformación, el papel del Ejecutivo se ha volcado en enfrentar todas estas fuerzas sociales y productivas para "llevar agua a su molino" y descalificar a todo aquél que ose destacar en alguna cosa de las actividades productivas de la nación.

Esta "polarización" entre mexicanos, no augura nada bueno ya que el enfrentamiento hace casi imposible trabajar, por la espada de Demócles que pende sobre el trabajo fecundo y creador.

A esto añádale el puño de hierro del SAT, que cambia las reglas y estrangula la inversión. El ganador de todo esto es el "nuevo régimen" que quiere sacudirse a todo aquél que critique las políticas del Ejecutivo, para entregar al país al siniestro Socialismo que ha destruido naciones y llevado a la ruina y la pobreza a millones de esperanzas fallidas.

Ante esta tragedia que se cierne sobre la patria, sólo queda la UNIDAD tan maltrecha por ahora, pero es la única oportunidad para sacudirse la hiel de la confrontación que sufre nuestro México.

Súmate y tiende la mano a tu enemigo que es tu hermano y juntos enfrentemos este reto sin registro.


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